Ante el estímulo constante por los receptores al frío a nivel del sistema nervioso central, se logra un efecto analgésico, disminuyendo la sensibilidad y la percepción del dolor músculo-esquelético.
El frío frena la velocidad de conducción de la afluencia dolorosa en los nervios, bloquea ciertas moléculas de la inflamación y lleva más oxígeno al músculo para quitar tensión. También aumenta los niveles de linfocitos T CD4, los cuales ayudan a coordinar la respuesta inmunitaria para combatir infecciones. Disminución del espasmo muscular: El frío produce acción miorrelajante, pudiendo reducir la espasticidad, es decir, relaja al músculo que está demasiado tenso. Además, gracias a la desinflamación, efecto analgésico y apoyo al sistema inmunológico, es recomendado para procesos pre y post-quirúrgicos, disminuyendo el consumo de antibióticos profilácticos. |
Se usa como apoyo en:
Regeneración de lesiones en la piel (quemaduras, cicatrices).
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